LA DAMA DE HIERRO DEL GLP
Por primera vez en 60 años, Granados Gómez y Compañía, Gragos, empresa agremiada de Agremgas, es presidida por una mujer. Esta es la historia de Beatriz Gómez, una contadora que desde esa posición busca seguir trabajando por la Colombia rural.
Sentada en su oficina, ubicada en Duitama, Boyacá, Beatriz Gómez piensa cómo llegó a convertirse en la primera mujer en liderar Granados Gómez y Compañía, Gragos, empresa pionera en la comercialización de Gas LP en Colombia.
“Mi papá me preparó toda la vida para esto; a mis hermanos y a mí desde pequeños nos llevaba a juntas, asambleas y reuniones. Nos hablaba de los días buenos y los días malos de la empresa, de sus proyectos. Era un tema de familia”, recuerda esta contadora boyacense, actual cabeza de esta organización fundada en Duitama un 10 de octubre, hace 60 años, por su padre Hernando Gómez y su amigo de juventud Armando Granados.
Eran los días de una Colombia rural que no conocía la energía eléctrica. Días en los que don Hernando, que había llegado desde su natal Santander a tierras boyacenses desde chico desplazado por la violencia política, se ganaba la vida en el transporte de carga y aprendía de comercio y negocios de manera autodidacta. Un día, cuenta Beatriz, comenzó a idear los cimientos de la comercialización del Gas Licuado de Petróleo. Y en esa tarea tropezó con la complicidad de su amigo Armando.
Dos visionarios que entendieron a tiempo que uno de los caminos para llevar progreso a ese país alejado era el gas envasado en cilindros. De hecho, muchos aún en el pueblo recuerdan cuando en 1964, fecha en que Gragos inauguró su planta propia de GLP, los fundadores popularizaron el eslogan: “Llegó el gas, se acabó el hollín”.
Muchas cosas cambiaron desde entonces en esa región salpicada de minas de carbón y en la que la vida se resolvía, casi siempre, con esta roca negra: se usaba para cocinar, para calentarse. Sería con la naciente industria del GLP y con el liderazgo de Gragos que llegarían también los primeros electrodomésticos, mucho antes de la aparición de los grandes almacenes de cadena. “Entonces la gente fue comprando estufas y calentadores a gas, era como si llegara el progreso”, narra Beatriz.
Los siete hijos de don Hernando, pionero también en promover la creación de la Asociación Gremial Colombiana de Comercializadores de GLP, Agremgas, abrazaron profesiones que los llevaron por la medicina, la odontología, la optometría, la contaduría; pero seguían atentos los pasos de la empresa familiar. Hoy solo sobreviven las dos mujeres del grupo de hermanos: Beatriz y María Inés, esta última economista.
“Llegué en el año 2015, llena de retos, porque es la primera vez que una mujer asume la presidencia de Gragos en 60 años. Creo que de alguna manera es honrar la memoria de mi papá que fue un hombre de mente abierta para su época, que creía en las capacidades de las mujeres porque vivía en un hogar donde crecíamos seis hermanas y mi mamá que también era muy trabajadora”, se le escucha decir a Beatriz.
Aterrizaba a la compañía escoltada por 20 años de experiencia en el sector financiero y con el reto de integrar un gremio en el que las mujeres que toman decisiones son minoría. “Sabía que llegaba a un gremio rudo, dominado por hombres, pero eso no me amedrentó. Es que las mujeres estamos capacitadas para todos los cargos y para, en medio, del trabajo sacar adelante nuestros hogares”, sostiene la empresaria.
Su labor en estos años ha consistido en “demostrar firmeza y conocimiento en la industria GLP. Me propuse conocer la labor de cada uno de los 42 empleados de Gragos, fui vendedora, fui la que cuadraba las cuentas, fui la que manejaba los clientes, fui la que propuso abrir nuevos mercados. Siempre he creído que te ganas el respeto como líder dando ejemplo con el trabajo”.
Beatriz, contadora de la Universidad Santo Tomás y especialista en auditoría de sistemas de la misma universidad, cree también en el poder de tomar decisiones en equipo dentro de una organización. “No me gusta imponer ideas, pero a mis trabajadores les he enseñado que no entren a mi oficina con problemas sino con soluciones. Eso los compromete. Es que las mujeres les aportamos eso a las empresas: somos más organizadas, abiertas a ver el entorno del negocio, el contexto en el que se mueven los usuarios y los propios empleados. Tenemos más sensibilidad para advertir a quiénes afectamos con nuestras decisiones”, reflexiona la empresaria.
En casi cuatro años de labores al frente de Gragos, que atiende el mercado de GLP en Boyacá, Cundinamarca y Casanare, dice que el mayor aprendizaje ha sido salir fortalecida en medio de un gremio duro, donde la competencia es feroz y a veces desleal. “Pero llevo a la práctica la creencia de mi padre de que el GLP será siempre indispensable en la vida de los colombianos. Cuando comenzó la era de la energía eléctrica, le dijeron que su negocio quebraría, pero él repetía que primero se acabarían recursos como el agua producto de la deforestación y la contaminación. Lo mismo cuando apareció el gas natural. Pero tantos años después, la tesis de mi papá sigue vigente”.
Su meta, al mando de Gragos, es preservar el legado de don Hernando Gómez: seguir trabajando por esa Colombia rural donde escasean el progreso y las oportunidades. “Aún existen muchos hogares cocinando con leña, exponiéndose a enfermedades por culpa de eso”, dice Beatriz. De hecho, se calculan que son cerca de 1 millón 500 mil familias en esa situación. “Me levanto todos los días para que eso cambie. Para que nuestros camiones lleguen con GLP a los rincones del campo”.